Qué le ocurre a nuestro cuerpo cuando sentimos deseo sexual

Consejos Nº319 | Publicado el Lunes, 30 Enero 2023

El sexo tiene muchos beneficios. Activa nuestro sistema inmunológico, disminuye la presión arterial y mejora la salud cardiovascular. Durante el coito, el cuerpo libera endorfinas y oxitocina, unas hormonas que nos ayudan a relajarnos y que, además, tienen un potente poder analgésico que alivia algunos dolores.
El deseo sexual se produce cuando el cerebro interpreta determinado estímulo como sexual. Ese estímulo puede ser muy variado, tanto entre las diferentes personas e incluso en la misma persona dependiendo del momento. Los estímulos más susceptibles de provocar el deseo son los visuales, imágenes, personas, películas… Y esas imágenes pueden ser o no de sexo explícito. Después tenemos otros que tienen que ver con la imaginación, son fantasías, eróticas o sexuales o recuerdos de hechos eróticos o sexuales vividos que en un momento determinado traemos al presente.
Te cuesta dormir, esta es una de las señales de la falta de sexo. Si no hay actividad sexual, no se libera oxitocina, una hormona que tiene un papel fundamental en la calidad del sueño. Además, si no duermes bien, te costará concentrarte, estarás más irritada y no tendrás los mismos reflejos.
Si no tienes sexo, es comprensible, porque hace que te sientas más triste y de peor humor. Incluso puede que no quieras salir de casa y prefieras estar sola.
Lo de darse una alegría para el cuerpo no es sólo un dicho y tener relaciones sexuales será tu mejor revulsivo.
Que la falta de sexo se nota en la cara no es una leyenda urbana, es una realidad. Cuando se tienen relaciones sexuales, los poros de la piel se dilatan liberando las impurezas al sudar. Además, la circulación sanguínea se activa y hace que el organismo se limpie por lo que la piel tiene más brillo y luminosidad.
Practicar poco sexo, o nada disminuye la producción de endorfinas, unas hormonas o neurotransmisores que nos ayudan a sentirnos más felices y aumentan la sensación de bienestar.
Una vez que tienes deseo, automáticamente empieza a cambiar tu cuerpo. Es importante saber que esto ocurre cuando ese deseo se mantiene, es decir, si la persona que lo siente evalúa el estímulo erótico como deseo y ese deseo va aumentando de intensidad. Entonces aparecen cambios en el cuerpo, tanto en el aparato genital como en el resto del organismo. Hay un aumento de la frecuencia cardiaca, un aumento de la presión arterial y la piel se enrojece porque aumentan los receptores. Todos sabemos que no sientes igual una caricia cuando estás excitado o excitada que cuando no lo estás. También cambia la mirada. Se dice que uno de los estímulos sexuales más potentes es notar la mirada de excitación en la persona que tienes enfrente, si tú la recibes bien, claro. La mirada es mucho más luminosa y toda la expresión de la cara se vuelve deseante.





 

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